Durante el carnaval santiaguero las calles se colman de alegría, salen a la luz los preparativos de todo un año y también salen a la luz las famosas congas santiagueras. Corneta china, campana, pilón, tambores, requintos, bogues y un sin número de "bailantes", que no son más que paseantes bailadores, que sin explicación lógica sólo siguen a la conga estrépitosa, que sin dejar rastro de cordura, hala a cualquier despistado que se encuentre cerca. Así comenzó una de las más trascendentales experiencias que como cubano he vivido. Cuatro habaneros perdidos en Santiago de Cuba encuentran el influjo de una Conga Santiaguera y se dejan llevar por su calor y su ritmo, como niños detrás de un flautista famélico y hechizante. De ese momento sólo recuerdo la música, sus ejecutantes, su ritmo y a un que otro "bailante" con mirada perdida. Las congas tienen nombre, el nombre de sus barrios, viajan por la ciudad compitiendo, buscando encontrarse para demostrar su rivalidad a través de la música, para ver quién la baila más. Hasta uno de esos barrios de Santiago nos llevó aquella conga, un lugar donde todos los vecinos al escucharla encontraron su espacio, un lugar donde vi a dos mujeres besarse o pelearse en trance, donde el caos poco a poco comenzó a fraguarse y de donde salirse era prácticamente imposible. La conga después del climax de pronto cesó, como si intuyera una inminente explosión. Entonces cada uno de nosotros retornó de su viaje, eufóricos y aturdidos, extrañados de estar en un sitio donde no habíamos estado jamás y sin la certeza de saber cómo habíamos llegado allí. La multitud enardecida también bajó el ritmo, todos se miraron fijamente a los ojos y se dieron la vuelta retornando a sus asuntos, seguros de que no era la primera, ni la última vez que aquello sucedía. Al día siguiente supimos que habíamos bailado con la conga de más tradición en Santiago, la del barrio de Los Hoyos. La que en tiempos de carnaval enardece los ánimos de sus "bailantes" hasta el punto de sacar los demonios más ocultos del ser humano. La que enaltece el espíritu verdadero del carnaval.
La conga existe desde los tiempos de la guerra de independencia, se cuenta que en 1895 el Gral. Mambí Guillermón Moncada fue uno de los batuteros de la conga de los Hoyos, aunque su fecha oficial de inicios se sitúe en el 1902. Los Hoyos es un barrio poblado en su mayoría por descendientes de negros africanos y algunos emigrantes haitianos y franceses. En su mayoría las congas de todo el país suenan de una forma muy parecida y característica, pero la de Los Hoyos por ser la primera suena muy partícular y en sus inicios sólo contaba con una conga pilón, bocúes, un cencerro y un güiro. Posteriormente se le incorporaron dos congas redoblantes y se sustituyeron el cencerro y el güiro por la campana. Luego en el año 1915 se incorporó la corneta china, único instrumeto de viento en la conga. Se cuenta que por ese año los directivos de la conga del barrio El Tivolí le indicaron a un jóven músico llamado Juán Martínez que aprendiera a tocar el raro instrumento para incorporarlo a la conga. Después de varios ensayos en secreto y poniendo en riesgo su vida, pués al correrse la voz intenaron eliminarlo en más de una ocasión, se logró su fusión y en ese año El Tivolí se coronó ganadora gracias al exótico instrumento. En la conga participan varios músicos, unos 30 aproximadamente que se van relevando constantemente, para que nunca caiga el ritmo de la misma.
A Enrique Bonne se le conoce como uno de los ídolos de la música popular cubana, se le conoce por ser al autor de clásicos populares como "No Quiero Piedras en mi Camino" y "Que me Digan Feo" y también por ser uno de los artífices del ritmo Pilón junto a Pacho Alonso. Grabó cuatro discos siendo el de hoy el último de su carrera a los 70 años de edad. Su agrupación, "Los Tambores de Bonne" se presentó en varios festivales de percusión y casi todos los carnavales de Cuba, siendo de las preferidas por el público.
"Son en Percusión" es una verdadera joya de la música popular cubana. Es quizás de las pocas gabaciones donde se registra el verdadero espíritu de las Congas Santiagueras. Bonne nos entrega un disco donde no sólo escucharemos congas en su estado más puro, sino que también escucharemos composiciones populares compuestas por músicos y trovadores en clave de conga, acompañados solamente por tambores, requintos, campanas y cornetas chinas, instrumentos capaces de entonar ritmos como la samba, el son, el querequeté, o acompañar a Celeste Mendoza en una conga-bembé. Un disco hecho para bailar desde el principio hasta el final, sin complejos, grabado para que el bailador se deleite y disfrute de la picardía popular que se respira en las calles de Santiago de Cuba en carnaval.
Temas:
1. Hay un Caracol en el Mar (Conga)
2. Son en Percusión (Son)
3. Quiéreme Mucho (Canción)
4. En mi Cuba, Santiago está en Carnaval (Conga)
5. Opiniones (Canción Conga)
6. Le Dicen Cangrejo (Querequeté)
7. Quinto Llama a Tumbita (Quere Rumba)
8. La Tortuga y e Cangrejo (Bembé Conga)
9. No Tiene Sensibilidad (Son Querequeté)
10. Siboney (Canción)
11. No Llores, No Llores, No Llores (Conga)
12. La Multa Caramelo (Merengue Querequeté)
13. La Samba del Pirata (Samba)
14. Que Quiere Sofía (Conga)
Músicos:
Enrique Bonne y sus Tambores.
Link de Descarga:
http://rapidshare.com/files/293119464/Enrique_Bonne_y_sus_tambores.zip
me parece muy interesante la musica de cuba ,muy buena el sabor y la alegria son factores preponderantes en la vida cotidiana de la gente y la musica es un antidoto a los males comunes de hoy en dia ,la musica promueve salud interior. realmente agradable.quique
ResponderEliminarSalud, soy Santiago Tadeo Cervera, de la web Acid Jazz Hispano.
ResponderEliminarPor favor, podrías ponerte en contacto conmigo? Muchas gracias.
Aprovecho para felicitarte por este estupendo blog.
ciao ciao
Acid Jazz Hispano
this is serious shit, thks
ResponderEliminarGracias por este disco y por compartirlo! Si no fuera por este medio es imposible acceder a este material desde Argentina, mi país.
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